En Chihuahua, la reconocida activista Patricia Cervantes falleció tras años de lucha por justicia para su hija Neyra, desaparecida y asesinada en 2003.

A pesar de no haber logrado ver a los responsables tras las rejas, su legado perdura.

Patricia se convirtió en un símbolo de resistencia al cofundar Justicia para Nuestras Hijas, una organización que apoya a víctimas de feminicidio y desaparición.

Su dedicación inspiró a muchas familias en situaciones similares.

A pesar de enfrentar problemas de salud y la falta de medicamentos, Patricia nunca dejó de exigir verdad y justicia.

Su hija Alejandra Juárez Cervantes destacó su valentía y compromiso inquebrantable.

La muerte de Patricia representa una pérdida significativa para la comunidad activista, pero su legado continuará motivando a quienes luchan por los derechos humanos en México.